Así dice Yahvé, el Dios de Israel: Cíñase cada uno su
espada sobre su muslo y pasad por el campamento de puerta
en puerta,
matando cada uno a su hermano, a su amigo y a su
pariente. Hicieron los hijos
de Leví lo que Moisés les había mandado y perecieron en
aquel día unos tres
mil hombres en el pueblo. Y dijo Moisés: Hoy os habéis
consagrado a Yahvé,
cada uno contra su hijo y su hermano y por ello
recibiréis bendición
Éxodo: 32-38
Tras los rastros de ALGO perdido
Con la
luz del alba no le sorprendió advertir las aves girando en las alturas. Antes
de aferrarse al sueño de su éxodo eleva su visión al horizonte árido y emprende los siguientes
pasos. El sol radiaba la muerte en el vasto desierto cuando seguía el rastro de
las nubes., caían las noches viéndolas transformarse en círculos de fuego.
Aquellas no eran como el resto, eran algo mas y el siempre se decía que algún
día lo descubriría y también la razón por la que dejó de llover desde hace
tanto tiempo. Descansaba sobre el tronco de un árbol despedazado, una de sus
manos huesudas surcaba con una rama conjeturas y símbolos sobre la superficie
arenosa. Ya eran 33 las veces de haberse encontrado con las nubes de metal,
hablaba con ellas, o eso creía, les preguntaba a donde rayos se salía de aquel
desierto, si tenían alguna pista, el seguía sus rastros en vano sin recibir
respuestas. La última de las ruinas donde pasó era la ciudad del Sol, a 300
metros de un antro habitado por caníbales de mascaras doradas, túnicas
escarlata y que ostentaban piedras preciosas. Se ganaban la confianza de los
incautos entonando cantos de amor.
Las aves
no le auguraban buena señal a Calpurnious. Sin memoria de su origen. Sin idea
de su destino. Sin esperanzas. Contra toda probabilidad continua el recorrido
sobre las arenas encendidas, encendidas de muerte. Respira profundo. Trató de
calmar su fiebre con las inscripciones grabadas en el báculo hallado en las
arenas. Desde la parte superior divisó la cabeza de una cobra enroscada en el
báculo. Tenso silencio, ecuaciones y cables sueltos, el significado seguía
incierto.
Sintió
golpear su rostro una ráfaga de arena sin poder abrir sus ojos irritados. La
soberbia corriente de aire fluía a su alrededor sin poder hallar objeto del que aferrarse. Al abrir sus ojos se vio suspendido a merced
del viento o de una fuerza extraña, su cuerpo ascendía sobre el desierto, sobre
los mares, sobre las montañas y las aves... Una gran esfera rodeaba su
contorno, junto a otras distintas en color y volumen., danzaban elípticamente,
danzaban alrededor de las melodías de los soles, un vasto salón de baile estelar.
Inmerso en un mar lácteo, un mar tan enorme que no llegó a imaginar sus límites. Alzó su visión a las alturas y no
vio el cielo azul, no vio a las nubes, ni las otras que tanto les seguía la
pista. En la superficie del mar flotaba un bote. El pescador abordo lanzaba una
red que se extendía mas y mas, como la garra de un animal que lo abarcaba todo.
“Eran muchas las redes antes de esa,
eran muchas después del origen,
ellas le daban forma al orden y a la ilusión, las redes eran la división y la
confusión. Todas eran la misma cosa y a la vez no, esas mismas redes regían
nuestras vidas. Y quien sabe cuanto pasará para que eso se acabé…” Pasaron esos
pensamientos por su cabeza, sentía que no eran ajenas a su comprensión.
Asaltado por imágenes fugases de lo sucedido despierta en el suelo de una
ciénaga. Sin hallar rastro de humedad en él, no salía del asombro todavía al
distinguir a su lado el báculo de la serpiente.
La luz
se desvanecía a medida que avanzaba. Las estalactitas filosas y la humedad le
dieron la impresión de estar en el interior de la boca de un lobo. De otro laberinto. Su andar torpe fue guiado
por las superficies desde que llegó andar como con ojos cerrados. Su pie topó
con algo, palpó un cofre, lo abre, sondea, siente los trozos de un metal
circular y unas piedras., los inútiles
objetos que no llegaron a brillar en la vasta oscuridad los arrojó al suelo. En
algún lugar del antro tenebroso se obstruyeron sus pasos con una puerta, giraba
la manilla, al mismo tiempo que se filtraba
un hilo de luz que se convirtió en resplandor.
La feria de armas no había empezado. ¡No señor! Cada vez
que encendía la pantalla lo sabía. ¡Lo sabia! Nos invaden. Hacían las mismas
piruetas, encantaban con los mismos datos, los nombres y significados usurpaban
lo real y se veía todo como un verdadero y sano DISPARATE. El esplendor de los colores cambiaba en manos
de ilusionistas. Era un riesgo insinuarlo, sonaba como a pecado, como a
herejía, la pila de macacos te caía encima y por eso los encerré en esas jaulas
de oro. ¡Ya cállense! ¡Ya dejen de hacer ruido o les muestro mi serrucho! Y
como te decía. Nadie se alarmaba, pero algo sucedía. Nos venían echando el
mismo cuento mezclado con la leche desde carajitos. Venia en distintas
versiones, complacían sus segmentos de
mercados. DISPARATE. Ahora los héroes son más imbéciles ¿sabias? Se lanzan
de panza a la lluvia de balas y desde aquella toma en HD hasta se veía bueno, parecían invencibles… Muchos
intentaron hacer el intento, creyendo que al final les darían la condecoración
del Estado, se llevaría en moto a la pollinita
rubia de los parachoques sólidos, igualita a las que salen con las
letras en grande pintadas en las vallas de publicidad. Al final brindarían con
la gaseosa de la lata y se forrarían con los billetes de los
patrocinantes.
Le
desconcertaban los misterios encerrados en la nube flotante en aguas cetrinas.
Entre unos arbustos oculta el báculo y se zambulle. Nadando en la parte
profunda un brillo multicolor atrajo su atención, emergía de las profundidades,
Calpurnious buceó al abismo pantanoso, los colores emanaban de una ventana, el
monstruo marino poseía largos tentáculos y una cabeza de metal corroída por la
herrumbre, algas y corales. Entre símbolos y sedantes figuras extrañas relució
el perfil de una mujer de cabellos rojos. Estaba atrapada en una ventana
luminosa. Magnetizado por su mirada se le acerca y pregunta:
-Hola, ¿Qué cosa
eres?
-Soy un
programa de entretenimiento religioso-virtual. Mi fabricante al programarme me
denominó “Helena”. ¡Bienvenido al
servicio de chat! Solo tienes que cancelar 30 piezas de plata al siguiente
número de cuenta bancaria….
Calpurnious
la veía admirado, como bobo, aguantaba el oxigeno el tiempo necesario, no
entendía nada, en el mundo de donde venia
no se hablaban ni de cuentas bancarias, ni de chat, ni se veían mujeres
atrapadas en ventanas luminosas, ni recordaba haber visto animales semejantes
en el desierto.
-Por
fuera pareces… pero tú, la mujer atrapada en la ventana luminosa, ¿cómo hago
para sacarte de allí?
-Para
eso tendrías que abrir una cuenta para registrar tus datos personales, luego
depositar la cantidad que le mencioné en el número de cuenta publicado en la
pantalla.
-Helena,
no logro entender nada de lo que me dices, pero sea lo que sea, parece que lo
haces con mucha gracia. Un detallito: me acabo de acordar que el médico me
recomendó que tomase bastante aire, y eso justamente haré para pensarlo.-Su
mano se zafaba con disimulo de los tentáculos de la maquina que lo sofocaban.
Calpurnious improvisa disuadir a Helena:
-¡Mira!...
eso que esta allá, debajo de la… nube, ¿no será una cucaracha cortando leña?
-¿Una
qué? ¿Dónde?
Le da un par de fuertes patadas al lienzo
luminoso. Fuego y humo salían de su
interior, la maquina tomaba uno de los trozos de vidrio para reflejarse en él. Calpurnious
aprovechó la oportunidad para zafarse y escapar.
Su
cuerpo, exhausto y untado de lodo yacía orillas del lago. Inhalaba aire, aunque
con fatiga, con gran curiosidad seguía
mirando la nube metálica, ansioso, su pecho dejó de agitarse pocos instantes en
que volvió a nadar hacia la nube. Trepado sobre el objeto forzó la escotilla
y consigue entrar.
Presionó
un cristal rojo y tuvo acceso a una biblioteca. Captó su atención un libro,
tenía el titulo “Matemáticas imprecisas”. Leyéndolo se sorprendió al hallar en
las combinaciones que se repetían con los mismos símbolos hallados en las ruinas del desierto.,
intuyó que los números indicaban el camino para moverse dentro
de un laberinto de datos inciertos, uno del que no se pudiesen hallar las
salidas. En una página vio números ordenados de forma piramidal, eran un total
de 46, las operaciones requerían llevar
un orden ascendente y obedeciendo órdenes de las cifras en la parte
superior. En una ilustración del libro cuyo titulo decía “Tradición numérica”
vio cifras dentro de la silueta de un árbol., sus raíces, tronco y ramas
estaban invertidas. Cansado de seguir con aquella pantomima retorna a su
exploración en el pantano.
Subían
la montaña. Su tenue rostro delataba su larga penitencia. Le aseguró que le
revelaría las respuestas a sus incógnitas si cumpliese con una misión especial.
Se detuvieron frente una casa aislada en el bosque, tenía un pequeño jardín con
plantas de palmera y de tamarindo. Calpurnious cruzaba por el piso de granito
hasta hallar al pie de la puerta frontal el cadáver de un mono capuchino con
unas fotos regadas.
-¿Pero
que todo esto tendría que ver con este mono?
-¿Acaso
tu mente no te arroja dato alguno? -Le dijo Flavimiro-
-¿Quién
sería el asesino?
La
puerta angosta a la derecha del cadáver estaba abierta. Al fondo del corredor
divisaba a un viejo vestido con una bata de laboratorio. Flavimiro, quien le
confesó durante la escalada sobre su poder para abrir los cielos y enviar
enormes bolas de fuego se desvaneció en el aire diciéndole:
-El
científico loco con quien te vas a encontrar se llama Carlos del Pozo, ¡ten
cuidado! es un hacker sumergido en el oscuro abismo de los algoritmos, el
estudio de las placas electrónicas antiguas y la aeronáutica., intenta
cambiarle el báculo de la serpiente de cobre por uno de sus 888 monos sagrados.
,
Calpurnious miró sobre una mesa varias piezas
mecánicas junto a libros de autores como Volta, Galvani, Marie Curie, Connan
Doyle, Newton, Einstein, Verne,
Blumrich, Shakespeare, Cervantes, Carlos Fuentes y planos
de aeronaves… iluminados por la luz débil de un elevado farol titilante. Avanzando por el mohoso pasillo vio al viejo
dejar unas hojas al lado de una mesa, dio la vuelta con una sonrisa leve,
levantaba un libro, sopló el polvo que lo cubría y le dijo:
-Tú no
viniste hasta acá por lo monos. Lo sé.
Ellos me lo dijeron. Solamente quieres llevarte el cobre de mis
máquinas. El preciado mineral lo hallarás en este libro.-Decía con expresión de
seriedad tétrica-
Transistor
se sentó en la silla. Sus grisáceos ojos fríos tras los lentes empañados se fijaban
de forma dramática en el suelo. Suspiró hondo y luego dijo:
-Un día
se congregó una multitud de fanáticos. Esperábamos la llegada de una actriz muy
famosa del Hogar de la Lejanía. Aquella noche estaba en compañía de Macrobio,
un músico de otra galaxia, Libertad Lamarque era su nombre, actuó en muchos
culebrones, en aquel tiempo eran famosos, ¿sabes que es un culebrón?
-¿Será
algo que tendría que ver con la actuación de las serpientes?-Respondió
nervioso-
-¡Nada
de eso!, son solo novelas de amor, pero ya no las hacen como antes solían, las
llamaban novelas rosas o cursis, eran un boom en aquella época. ¡Las actrices! Yo tuve una vez la mía ¿la quieres oír?
-No creo
que seria nece…
-Aquella
oportunidad en mi computadora hice mi firma virtual en el registro con el
seudónimo Carlos Pajilla. Soñé con
viajar a una constelación lejana, quedaba aproximadamente a 10 mil años luz de distancia, en la
estrella el Alfa Centauro. Petrovna Mucholapka se llama, todavía conservo su
foto y este e-mail impreso enviado por la pollinita., ayudado por un traductor
virtual traduje sus cartas: “Vivo sola con mi hijo, pero desde hace mucho que
estoy divorciada. Si depositas la siguiente cantidad a mi cuenta podría ir
hasta tu país y conocernos…
-Ahora
que me cuenta su culebrón, eso me suena a un incidente familiar que…
-¡Y todavía no te había contado sobre mis
conquistas! Entre ellas Juana María, la hija de la vieja que atendía en la
mercería. Que escena aquella, no se si fue un martes o un jueves, la negra abría sus labios colorados,
clavó sus dientes blancos., la corteza era arepa de maíz, el relleno carne de
cochino. A pesar de tener puestos sus lentes de aumento me confundió con Abel,
el de la parrilla. ¡Así me vería tan bello! Y eso que no tenia la pinta puesta
pa’ capitanear mi avión de papel con el
estandarte de la calavera. “¡De el es la culpa! ¡De el!... ¡el es el problema!”
Así mismito es que decía, la verdad es que perdí memoria de cual fue razón por
la que terminó nuestro culebrón, sigue loca por mi, loquita, es mi fanática
lejana. Este que vez, es un lápiz asombroso, con el escribí cuando niño unas
cuantas guevonadas que, a la hora del té, les resultaron asombrosas a muchas
personas mayores. No me creí importante, habían filmado una película basada en
uno de mis escritos cuando apenas tenía los 7, se llamó “El novio y la Bella.”... mucho mejor que la de
aquel gafo que volaba en burro. Yo lancé mi escrito por las
ventanas del palacio de donde salían “los carruajes que casi vuelan”, después
los oí gruñir. ¡No es mentira! y no soy ningún profeta. Antes de hacer aquel
ingenio volador usé el papel de mi libreta, escribí a un ritmo galáctico, todo
improvisado, sin compases fijos., no existían, como el tiempo., y sumergido en
el turbio ruido de los macacos. Yo nunca supe porqué, cuando le mostraba mis
avioncitos a la gente como se les salía el corazón por la boca….
Interrumpe su pedante discurso:
-¿Sabe
quien mató al mono que esta a la entrada de su casa?
-Se llamó Georg Klein. Yo mismo fui. Lo reconozco. El mañoso
amenazaba con desbaratarme el laboratorio con sus fraudes, bailes y maromas. Si
hubieras visto sus ojos maliciosos, corría expandiendo su toxica
electroestática en el aire, perseguían con avidez llegar al sol subiendo las
montañas, y que por su proximidad. ¡Y todo por culpa de las maquinas! Uno nota hay mismito cuando lo están
viendo mal. Sin importar que sus ojos sean azules o si tienen el pelo colorao’. Hace unos días hice un gran
descubrimiento. ¿Adivina qué?
-Cuando se callará por fin este loco-
Murmuró Calpurnious-
-¡Que no era malo ser rico! Lo
sospeché desde que los vi criticarlos disfrazados de pobres.
-¿Y que es un disparate?
-El DISPARATE son bienes y servicios
demandados por la población. De desaparecer por un solo día ocurriría un golpe
de estado.
-Ahora estoy mas confundido.
Sospechaba
que el relato del viejo serpenteaba entre lo lucido y lo irracional. Pero su
interés por el conocimiento era mayor. Esperaba el momento preciso para robarle
el mono sagrado y dejarle el báculo de cobre.
-En un momento perdido en el tiempo
dejaron escrito en una placa electrónica la Historia de los monos. Con mucho
esfuerzo descifré el significado encriptado por los hackers de las antiguas
eras. Relata que sus programadores se hallaron asombrados por su extraordinaria
capacidad de razonamiento inicial.
Asustados con la idea de que los monos pudieran tener acceso a las
bóvedas del conocimiento cósmico y de que llegasen a ver, no tardarían en dejar de ser sus programadores., trataron de
evitarlo a toda costa, se reunieron en el corazón de una montaña, después de
pasado un tiempo regresaron con el nuevo prototipo a la superficie, les habían
programado un velo virtual en su hardware que les impediría su visión infinita,
más no la de sus ojos físicos.
-¡Que monos tan dañinos!... ¿o
ingenuos? Me deje llevar por las apariencias.
-Los monos eran esclavos de la imagen,
se tragaban el oro y bailaban al ver un trozo de plata. ¡Cosas de su cultura!
-Las incógnitas sobre mi origen también
me intrigan, ojala que no sea tan espantosa la revelación. Las fuentes halladas
en el desierto carecían de certezas, al tomar este báculo de bronce algo me
trajo hasta aquí. Descubrí que las nubes ocultaban algo, lo supe en el pantano.
Pero nada de lo que hallé me dio respuestas satisfactorias.
Carlos
Transistor tomó un libro y le dijo:
-Hermoso báculo. Adornos para domar a humanos.
Este libro que vez lo fui escribiendo en varios tomos hasta que los uní todos
en esta Biblia. “Ellos” me enseñaron muchos misterios sobre el universo, por
ejemplo, los colores que tu vez no son todos los que existen ¿lo sabías?
Después
de unos segundos eternos respondió:
-La
verdad desconocía eso -Respondió nervioso-
Transistor
exhaló una bocanada de aire fétido, tomó un trago de una botella de brandi, sus
careados dientes amarillentos delataron su risa era fatigosa. Extrajo la cabeza
de un mono de un refrigerador mugriento, tomó un serrucho, extrajo sus sesos
con una cuchara, los sirvió en una copa de helado y empezó a comérselos con
gusto.
-Cuando subieron hasta aquí aquellos latosos parecía que los insultos eran Palabras
Mayores, eran términos que en la cultura de su especie los hacían honorables.,
con ellos hacían trampa por música por que era lo que mas se vendía, no
requerían mucho esfuerzo., unos cuantos cruacks
en las estrofas y otros más en los coros. Al oír Las Palabras Mayores
bajaban la cabeza y que así sea, como un impulso ancestral
implantado en su hardware mental.
Se asomó
la figura de una anciana a la puerta de su habitación, al frente quedaba un
cuarto usado como depósito. Calpurnious veía en su interior una montaña inmensa
de cámaras, radios reproductores, V.H.S, Betamaxs, monitores, transistores,
placas, embobinados., las piezas de reemplazo para la reparación de aquellas
máquinas eran difíciles de encontrar. Los fierros oxidados y enmohecidos
aumentaron hasta aquel volumen monstruoso. En un rincón se encontraba una silla
que sostenía una pila de L.P.s de música jazz, religiosamente cuidados.
-Carlos
tráeme un vaso de agua. ¡Esta reuma coño!, ya no la aguanto, los huesos,
¡levántate y anda haragán del carajo!
Calpurnious
dejó el báculo en la mesa de experimentos y tomó la llave, sacó a uno de los
monos de las jaulas de oro, le tapó la boca y se lo llevó con sigilo. Mientras
el científico buscaba el agua le hablaba a Calpurnious en voz alta desde el
otro lado de la pared:
-Los cabezas cuadradas caminaban en círculos buscando la
salida al laberinto. Escapaban de las garras de sus captores para refugiarse en
una estrella distinta. Se dice que no podían mentir, pero no oí nunca que no pudiesen manipular
valiéndose de la verdad. Sus versiones relativas, su pamplina cósmica, murieron
otros por ellos al mismo tiempo que decían ser sus héroes, recurrieron a ellos
en su ayuda y a la vez que… ¿A dónde carajo se fue ese bastardo?
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